El joven una vez ha quemado los papeles en la fogata, se retira de nuevo a su habitación, donde quita unos abrigos de su asiento y se sienta delante de su computadora. Al poco tiempo de cargar, decide abrir un sitio de citas que descubrió hace poco, crea un perfil suyo dentro de ese sitio, sube una foto y se decide a buscar en el listado de chicas alguna que le parezca recomendable. Encuentra una jovencita muy linda de 19 años, apuesta y con un bonito outfit. Cuando decide escribirle y contactar con ella, descubre que hay que pagar para poder realizar el contacto. Frustrado, el joven oso, cierra la aplicación y apaga la computadora mientras se dice: "Ahora todo tiene que ver con dinero. Las chicas de mi edad ya no quieren conocer chicos. Ahora solo quieren vender fotos de sus cuerpos por Whatsapp. Todo es un maldito negocio". Entonces, se arroja sobre su cama, conecta unos audífonos a su celular, se los cuelga a los oídos y empieza a crear su propio mundo, sin la intervención de nadie más, escuchando su música preferida.